‘Rebel Yell’: Cómo fue que Billy Idol conquistó Estados Unidos
Este álbum es el sonido de Billy Idol completando su transformación de advenedizo del punk británico a una auténtica estrella del rock estadounidense.
Rebel Yell es el sonido de Billy Idol completando su transformación de advenedizo del punk británico a una auténtica estrella del rock estadounidense. El cambio no se produjo de la noche a la mañana, sino que fue una de las evoluciones más impredecibles del rock.
En los años 70, el hombre nacido como William Broad fue parte de la primera ola del punk del Reino Unido al frente de Generation X. Pero después de que la banda colapsara, Idol emigró a Nueva York para reinventarse, conectándose con el manager de Kiss, Bill Aucoin, y el joven guitarrista Steve Stevens. A partir de ello, Idol lanzó un LP debut homónimo como solista en 1982 que lo puso en el mapa de la industria de Estados Unidos gracias al conmovedor tema “Hot in the City” y la elegante pero siniestra canción de new wave “White Wedding”.
Escucha Rebel Yell de Billy Idol ahora.
Rebel Yell, que llegó a finales de 1983, logró la difícil hazaña de duplicar la intensidad rocker al tiempo que expandía la paleta de sonidos de Idol con pigmentos musicales más matizados. Este álbum doble platino también convirtió a Idol en uno de los primeros íconos de MTV, con su rostro fotogénico saliendo de todas las pantallas de televisión que miraban los adolescentes estadounidenses.
A pesar del éxito, la fama alcanzada no cambió la actitud de Idol. Como indica el título del álbum, él siguió siendo un enfant terrible dedicado al rock ‘n’ roll. A raíz del lanzamiento del disco, Idol le cantó desnudo a los fans canadienses la canción que da título al álbum desde la ventana de su habitación de hotel y fue expulsado de un programa de radio de BBC One por utilizar lenguaje soez, y eso solo era el inicio.
“Rebel Yell”, un furioso himno de lujuria y peligro nocturno, es la máxima expresión de la visión hedonista de Idol, vestido de cuero y con el pelo puntiagudo. A pesar de las referencias históricas, el título del álbum no se inspiró en el grito de guerra del ejército confederado, sino más bien en la botella de bourbon Rebel Yell que los Rolling Stones compartieron en un evento al que Idol asistió.
Otra sorpresa del disco es que la introducción entrecortada que hace el guitarrista Stevens en el álbum fue influenciada por el virtuoso de la guitarra acústica Leo Kottke. El papel de Stevens en el álbum ayudó enormemente a lograr un sonido más extenso y darle a Billy un éxito todavía mayor que el de su debut. El guitarrista sólo había coescrito una canción del primer álbum. Sin embargo, se le atribuyen ocho de las nueve de Rebel Yell. Su combinación de riffs contundentes y sofisticación de texturas fue invaluable para definir el sonido de Idol. En 1984, Richard Riegel, de Creem, señaló que Stevens “da indicios de volverse tan indispensable para su fotogénico jefe como… Marco Pirroni lo es para Adam Ant”.
Si la canción que da título al álbum representa la identidad sin límites de Idol, entonces el éxito número 4 “Eyes Without a Face” es su sinfonía al superego. Con su ritmo pausado, sintetizadores densos y canturreo de barítono, la melodía parece más un precursor del éxito de The Cars de 1984, “Drive”, que cualquier otra cosa del pasado de Idol. Su título proviene de la película de terror francesa de 1960 del mismo nombre. Pero las letras de Idol reflexionan sobre las complicaciones de las relaciones, lo que hace que las repeticiones del coro del título original en francés de la película, “Les yeux sans visage”, sean aún más conmovedoras cuando las canta la entonces novia de Idol, Perri Lister.
La canción que cierra el álbum, “The Dead Next Door”, es aún más melancólica, dándole a Idol otra oportunidad de demostrar que es algo más que un simple gritón de garganta rasposa. Sus tonos al estilo de Jim Morrison en “Blue Highway” (y en otros temas) también sirven de presagio de esa adopción de la energía de Morrison con su versión de 1990 de “LA Woman” de The Doors.
La salpicadura de luces neón y la síncopa sensual del segundo éxito Top 40 del álbum, “Flesh for Fantasy”, parecen insinuar el tipo de éxitos que bandas como Simple Minds e INXS lanzarían más adelante en la década (quizás no es casualidad que ambas bandas también trabajarían con el productor de Rebel Yell, Keith Forsey). Y antes de que “Do Not Stand in the Shadows” se convierta en un tema rockero desenfrenado lleno del fuego, con esos destellos por los que Stevens es famoso, comienza uno de sus momentos más tranquilos e impresionantes: una introducción espiritualmente alineada con el impresionismo artístico de músicos como Bill Nelson y Vini Reilly de Durutti Column.
Más tarde Idol lograría éxitos aún mayores que los de Rebel Yell. Sin embargo, décadas después, el disco marca el momento más audaz de una carrera que no conoce límites.