‘The Joshua Tree’: Cómo U2 se convirtió en la banda más codiciada del rock
El álbum de 1987 fue una declaración artística determinante que ganó el premio Grammy al Álbum del Año.
La portada del 27 de abril de 1987 de la revista Time comunicó un incontrovertible mensaje. El venerable semanario, que rara vez acostumbrada a la hipérbole y más bien centraba su atención en asuntos de importancia política global, publicó el nombre de una particular banda en oro flamante, grabado en relieve sobre una foto de cuatro muchachos irlandeses que estaban en el proceso de reescribir el libro de récords. “U2” mostraba el titular: “La banda más codiciada del rock”.
Los tres años transcurridos desde el lanzamiento de The Unforgettable Fire habían sido de constante trascendencia, ocurridos sobre escenarios que respondían en tamaño y escala a la popularidad mundial que U2 habían alcanzado. Cuando Time proclamó aquella importante declaración, la banda se encontraba orgullosamente en la cima de la lista de álbumes estadounidense por primera vez, resultando ser un reinado que duró nueve semanas. Esto gracias a la propuesta artística que les valdría el premio Grammy al Álbum del Año, el álbum titulado The Joshua Tree.
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U2 había llegado a ser dueño de su dominio tanto en el estudio como en las giras y su aventura en camino a producir este álbum icónico los llevaría a tener unos encuentros inolvidables. En junio de 1985, se presentaron como locales frente a 55,000 fans en el Croke Park de Dublín, al mismo tiempo que el EP Wide Awake In America se convertiría en su nueva tarjeta de presentación en los Estados Unidos.
Unas semanas más tarde, una audiencia calculada en miles de millones de personas vio como Jack Nicholson, vía satélite desde Filadelfia, presentaba la contribución de U2 al concierto Live Aid en el estadio de Wembley que muchos dirían se robó el evento. Los lectores de Rolling Stone votaron para nombrarla como la mejor actuación de todo el espectáculo y eso ya era mucho decir, considerando la larga lista de superestrellas mundiales que participaron ahí.
La voz de Bono ahora se podía escuchar en una gran variedad de escenarios, incluyendo haber sido invitado en el sencillo estelar anti-apartheid “Sun City” y en el exitoso sencillo de Clannad, “In A Lifetime”, a principios de 1986. En junio de ese año, U2 se unió a la caravana de apasionados activistas de Amnistía Internacional—que incluía a Sting, Lou Reed, Peter Gabriel y Bryan Adams—en la gira Conspiracy of Hope a través de Estados Unidos.
Pero, a medida que avanzaba el año, la necesidad y el deseo de una nueva declaración de estudio crecían de forma cada vez más tangible. En el verano, después de sesiones en diferentes lugares, U2 se reunió nuevamente en su confiable guarida, los Windmill Lane Studios en Dublín. De nuevo, sus cómplices fueron la pareja de producción que los había ayudado a que The Unforgettable Fire alcanzara esas grandes alturas que consiguió: Brian Eno y Daniel Lanois.
Más tarde, Bono diría que, esencialmente, una gran parte del material de Joshua se grabó en la sala de estar de Clayton o en la habitación de invitados de Larry Mullen Jr; esto durante sesiones que, dada su espontaneidad, eran casi como maquetas. “Podría haber tomado diferentes direcciones”, recuerda. “Queríamos la idea de un disco de una sola pieza, no algo dividido en Lado A y Lado B”.
Dieron como resultado música que poseía características similares a una naturaleza orgánica y sin adornos con tintes de música folk que se mezclaba completamente bien dentro de su lienzo habitual de rock, especialmente en la introspectiva y dylanesca “Running To Stand Still”. Los sabores del disco iban del blues a lo bíblico, e incluso las célebres “With Or Without You” y “I Still Haven’t Found What I’m Looking For”, que se convirtieron en sus primeros sencillos número uno en Estados Unidos, ardían lentamente pero, a su vez, con paso seguro.
La constante temática espiritual encajaba perfectamente con los visuales del álbum, inspirados en una sesión fotográfica con Anton Corbijn en el desierto de Mojave, en medio de los inquebrantables y viejos árboles que le dieron título al disco, nombrados como el profeta del Antiguo Testamento.
Joshua también albergaba la confrontativa y franca “Bullet The Blue Sky”, así como piezas efervescentes como “In God’s Country” y otra entrada a su creciente catálogo de himnos, “Where The Streets Have No Name”. También contaba con tristeza a través de la dedicatoria del álbum al asistente personal del grupo, Greg Carroll, quien murió en un accidente de motocicleta en Dublín en julio de 1986, durante la creación del álbum.
“En The Joshua Tree, U2 llena sus bocetos con demostraciones de crecimiento que que te dejarán impresionado”, escribió Robert Hilburn en Los Angeles Times. “Las letras de Bono Hewson son más consistentes y enfocadas, así como elocuentemente estructuradas que en álbumes anteriores, y su manera de cantar resalta las expresiones de desilusión y esperanza que la banda expresa con vigor y pasión, ambas características descubiertas recientemente”. Rolling Stone dijo que el álbum “podría ser su obra más grande y, precisamente, a eso suena”.
El álbum de ventas más rápidas en Gran Bretaña
Cuánta razón tenían. Tras su lanzamiento el 9 de marzo de 1987, The Joshua Tree se convirtió en disco de platino en el Reino Unido en tan sólo 48 horas y llegando a vender 235,000 copias en su primera semana, volviéndose el álbum que más rápido se había vendido en ese país hasta entonces. Encabezó las listas de ventas en toda Europa y arrasó con las certificaciones de platino en Estados Unidos, resultando en cuatro millones de copias vendidas para finales de año y, en 1995, logrando la consagrada certificación de diamante, rara vez otorgada, por diez millones.
La fuerza imparable que U2 representaba en la carretera fue lo que sustentó todo este éxito, que para entonces abarcaba tanto estadios como arenas. 96 conciertos, 11 países y tres recorridos que comenzaron en norteamérica, a la par que el árbol echaba raíces en abril de 1987: cinco noches en Los Angeles Arena, el mismo número en Meadowlands en Nueva Jersey, y de ahí a Europa en el verano, incorporando dos poderosas noches en el estadio de Wembley.
Poco después, volvieron a recorrer los coliseos y estadios de Norteamérica por otros dos meses y medio. Nadie podría decir jamás que U2 no se convirtió en la banda más grande del mundo sin acumular kilómetros o sin una meticulosa devoción por los espectaculares eventos de rock.
Pronto, los premios MTV y BRIT precederían a los honores dobles en los premios Grammy para The Joshua Tree, que también incluyeron Mejor Interpretación de Rock. Fueron los dos primeros Grammy de una colección que, hasta 2020, suma 22 trofeos.
‘La gente responde a nuestra ingenuidad’
Llegando al corazón de su encanto, ese histórico artículo de portada de Time afirmaba que “Bono acecha de la misma manera que canta una canción, y en el momento en que sube al escenario, no hay duda de cuáles son sus términos: rendición incondicional. [Adam] Clayton y el baterista Larry Mullen Jr han encontrado una base musical sólida y el guitarrista principal, The Edge, puede tocar un riff hasta lograr una epifanía”.
En caso de haber sentido una inminente llegada, para los miembros de la banda, esta estaba impregnada de humildad. “La gente responde a nuestra ingenuidad”, dijo Clayton en el mismo artículo. “Creo que ven a cuatro muchachos de Irlanda que no quieren dejar escapar sus sueños”.
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