Un amor, un Bob Marley: vida y legado de la mayor estrella de Jamaica
Al llevar el reggae al mundo, Bob Marley puso a Jamaica en el mapa. Su legado va más allá de la música, difundiendo mensajes de amor y unidad.
Un rostro que adorna un millón de residencias estudiantiles. El rebelde con un porro. Ese tipo que nos dijo que cada pequeña cosa va a estar bien. El tipo que incitó a personas de todo el mundo a dejarse crecer las rastas, incluyendo a la leyenda del fútbol holandés Ruud Gullit, siendo él propio Marley también muy hábil con el balón. Un icono para el llamado tercer mundo. Un tipo sexy con un brillo en los ojos. La primera estrella de rock del Caribe. Una leyenda ¿Quién fue Bob Marley? Todos ellos. Y más.
Cada año, celebramos a Bob en su cumpleaños. No lo hacemos en el día en que falleció porque en todos menos en el más inevitable de los sentidos, Bob Marley sigue muy vivo. Su música sigue resonando. Su trabajo, que narra las tribulaciones de su pueblo en Jamaica, continúa tratando de elevar a todos aquellos con raíces africanas (que según los antropólogos, seríamos todos). Su presencia física puede haber desaparecido, pero, tal como su compañero estrella del reggae Toots Hibbert lo menciona en el homenaje que le hace en un disco, “His Songs Live On”.
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Más que esto, la imagen de Bob también vive, adornando productos en todo el mundo. Del mismo modo, Tuff Gong, la compañía discográfica que fundó a principios de los años 70 junto con sus compañeros Wailers Peter Tosh y Bunny Wailer, con el objetivo de lograr la independencia artística y financiera, es hoy en día un jugador importante dentro de la música jamaicana. Marley es más que un cantante; es un símbolo de esperanza y realización en todo el mundo. Puede que tengas hambre y seas pobre – como Robert Marley que nació tan pobre como era posible – pero si eres sincero, te esfuerzas y tienes algo que decir, podrías ser escuchado. Bob llegó a una audiencia más allá de su imaginación y, con ello, logró que otros cantantes de reggae de repente también fueran tomados en serio.
Bob Marley pudo haber sido un líder, pero no se veía a sí mismo como un mesías. Simplemente estaba llevando a cabo “las obras”, dijo, trayendo el mensaje Rastafari al mundo. Era un deber, no una vanidad. Se trataba de hacer lo correcto. En canciones como “War”, “Exodus”, “Get Up, Stand Up” (coescrita con Peter Tosh), “One Love”, “Natty Dread” y muchas otras, Bob llevó su mensaje al mundo. Pero las posibilidades de que pudiera hacerlo con tanto éxito eran infinitesimales. Si se aplicaran los valores habituales de la sociedad, Bob estaba destinado a ser uno de los perdedores de la vida.
El Nacimiento de The Wailers
Bob Marley nació en el pequeño asentamiento rural de Nine Mile, en St. Ann, Jamaica, el 6 de febrero de 1945. Su padre, Norval, originario del Reino Unido, estaba ausente, aunque enviaba algo de dinero a la madre de Marley, Cedella. Norval murió cuando Bob tenía diez años. Prácticamente sin un centavo, Cedella se dirigió al sur hacia la capital de Jamaica, Kingston, y terminó en Trenchtown, un barrio pobre, pero fuente de talento deportivo, político y cultural. El joven Bob amaba la música, especialmente a los músicos estadounidenses como The Impressions, The Miracles y The Moonglows. Tenía una voz decente y, en 1962, grabó algunas canciones para Leslie Kong, dueño de los discos Beverley en los estudios Federal de Kingston. Tres de ellas fueron lanzadas como sencillos en el incipiente sello Island en el Reino Unido, acreditados a Robert Marley.
Los sencillos fracasaron, pero, imperturbable, Bob formó un grupo vocal con sus compañeros adolescentes en Trenchtown, Bunny Livingston y Peter Tosh, además de un elenco cambiante que incluía a Junior Braithwaite, Constantine “Vision” Walker y las vocalistas Beverley Kelso y Cereza Smith. Walker también trabajó con The Soulettes, un conjunto vocal cuya líder, Rita Anderson, se convertiría en la esposa y contraste musical de Bob. El nombre del grupo de Bob finalmente se estableció como The Wailers. Bajo la tutela de la estrella local Joe Higgs, absorbieron los puntos más finos del canto armónico, y fue él quien los llevó a Studio One en 1964, donde grabaron una serie de éxitos de ska, incluidos “Simmer Down”, “It Hurts To Be Alone”, “Rude Boy”, “Put It On” y “One Love”, la mayoría escritas por Bob, aunque el rol de vocalista principal del grupo iba rotando. A menudo basando sus armonías en The Impressions, aunque con un ritmo jamaicano, cantaron sobre el amor, el folclore y las travesuras de los chicos rudos. Los Wailers eran estrellas adolescentes en toda la isla, pero recibían poco dinero a cambio.
Rasposo y rebelde
Reducido a un núcleo de Bob, Bunny y Peter, en 1966 el grupo formó su propio sello discográfico, Wail ‘N Soul ‘M, financiado en parte por la temporada en la que Bob trabajó en una línea de producción de Chrysler en los Estados Unidos. La compañía de los Wailers lanzó una serie de discos soberbios, a menudo serios, al estilo del rocksteady, pero solo dos se vendieron con fuerza, el sugerente “Bend Down Low” y la romántica invitación al baile, “Nice Time”. Cualquier ingreso que lograban era absorbido de regreso por los costos de estudio, prensado y distribución: el grupo seguía, como dirían en Jamaica, sufriendo. Sin embargo, el interés de Bob por el Rastafarianismo se confirmó en abril de 1966, cuando su esposa, Rita, presenció la visita a Jamaica del Dios viviente de la fe, Su Majestad Imperial el Emperador Haile Selassie de Etiopía. Bob fue instruido en su nueva espiritualidad por Ras Mortimer Planno, el maestro religioso que lo recibió en el aeropuerto.
Bob regresó a trabajar en el estudio de Beverley con The Wailers en 1969, pero el exitoso sonido optimista de Leslie Kong ya no se adaptaba bien al grupo. En 1970, una unión con el productor inconformista Lee “Scratch” Perry resultó más adecuada. Identificó una tendencia rebelde en el grupo y la alentó, revelando una creciente militancia en dos álbumes, Soul Rebels y Soul Revolution. Scratch instó a Bob a cantar de una manera más enfática y les ayudó a mostrar más sus orígenes en su música. De ahí surgieron varias canciones que impulsarían el ascenso de Bob a mediados de los 70, que debutaron bajo el régimen de Scratch, entre ellas “Small Axe” y “Sun Is Shining”.
Eventualmente los Wailers dejaron a Scratch, llevándose con ellos a Aston “Family Man” y Carlton Barrett, los hermanos del bajo y la batería de Perry. Volvieron a enfocarse en su propio sello, rebautizado como Tuff Gong. Bob voló a Europa para escribir para la estrella estadounidense Johnny Nash, luego conoció a Chris Blackwell, quien pidió a The Wailers que crearan un álbum para su sello, Island. Catch A Fire (1973), fue rasposo y rebelde, pero construido para atraer a la cultura rock de la época. Otro álbum, Burnin‘, fue, naturalmente, igual de atractivo. Cuando Eric Clapton, considerado el músico de rock más serio de la época, obtuvo el número 1 en Estados Unidos con “I Shot The Sheriff” de Bob en 1974, el perfil de Bob se elevó aún más. Live!, que lo encontró a él y a The Wailers en forma celebratoria en el Lyceum Theatre de Londres, entregó un gran éxito en 1975 con “No Woman, No Cry“. Pero estos Wailers que estaban con Bob durante su gran ascenso eran tan sólo la banda de acompañamiento: Peter y Bunny ya se habían ido antes del álbum seminal Natty Dread de 1974. En todo ese tiempo, la esposa de Bob, Rita, y las reconocidas vocalistas de reggae Marcia Griffiths y Judy Mowatt fueron quienes manejaron las armonías de la música cantando como The I-Threes.
One Love
Island comercializó a Bob Marley & The Wailers de la misma manera como promovía a sus artistas de rock. La imagen de Bob con rastas ayudó, y la seriedad de su mensaje destruyó una idea persistente entre algunos críticos de que el reggae era trivial. En Jamaica, Bob era lo suficientemente importante como para enfrentar el intento de asesinato de un pistolero en diciembre de 1976. El motivo sigue sin estar claro, pero una teoría sugiere que el fanatismo político en Jamaica volvió su furia contra Bob cuando accedió a presentarse en el concierto Smile Jamaica organizado por el Primer Ministro. Bob, herido en el brazo y el pecho, tocó en el concierto tan solo dos días después.
Si bien fue valiente al hacerlo, Bob no era imprudente. Eligió recuperarse en un lugar más seguro y voló a Londres. El cambio de país afectó su música de manera positiva, lo que resultó en el álbum Exodus de 1977, que disfrutó más de un año en las listas del Reino Unido, donde se incluían los éxitos “Jamming”, “Waiting In Vain”, “Three Little Birds” y “One Love”/ ”People Get Ready”. Tiempo después la revista Time lo nombró el álbum del siglo XX. Bob también grabó el exitoso Kaya en el Reino Unido. En abril de 1978, se enfrentó al peligro de unir a los líderes de los partidos antagónicos de Jamaica en el Concierto One Love Peace de Kingston, lo que obligó a los políticos a darse la mano mientras él cantaba “Jamming”. El impacto y la marca de Bob no podían ser negadas.
El progreso de Bob continuó sin cesar, con los importantes álbumes Survival y Uprising que ofrecen clásicos contrastantes, “Redemption Song” y el himno “Zimbabwe”, el último de los cuales fue escrito en 1979 y gloriosamente interpretado en Harare el 17 de abril de 1980, en las celebraciones de la independencia de ese país. Sin embargo, en secreto Bob estaba gravemente enfermo. Le habían diagnosticado cáncer en 1977, y la enfermedad se volvió crítica cuando colapsó en Central Park, Nueva York, dos días antes de su último concierto, en Pittsburgh, el 23 de septiembre de 1980.
Bob dejó la Tierra para hacer su trabajo en el próximo reino el 11 de mayo de 1981. Tenía 36 años. Jamaica le dio a este niño del gueto – un verdadero creyente en una religión que la clase media de la isla rechazaba – un funeral de estado completo. Había hecho más por el país y sus víctimas que cualquier iniciativa de gobierno que pudieras nombrar.
En las décadas que siguieron, el legado de Bob se ha manejado con cuidado. Durante años, su música nunca ha aparecido en compilaciones inapropiadas, y las colecciones oficiales, como Rebel Music, Songs Of Freedom y la perennemente popular Legend, rinden un respetuoso homenaje a su obra y mensaje. Algunos fanáticos asumen que Bob sigue siendo una presencia física, tan eternamente contemporánea como su mensaje de unidad, espiritualidad y libertad.
Su trabajo continúa. Un amor, un corazón. Un Bob Marley.