‘Celia & Johnny’: una recuperación de las raíces de Celia Cruz
El álbum clásico de 1974 destila solidaridad afrolatina y química musical.
Celia Cruz saltó a la fama durante la década de 1950 como la amada líder del popular conjunto Sonora Matancera en su Cuba natal, grabando clásicos afrocubanos como “Yembe Laroco” y “Caramelos” que mostraban el encanto dominante de su voz robusta. Dejando Cuba después de que Castro tomó el poder para actuar internacionalmente, se mudó a la ciudad de Nueva York a mediados de los años 60, colaborando con la orquesta de Tito Puente y anotándose éxitos emblemáticos como “Bemba Colora”. A pesar de su éxito, Johnny Pacheco, co-fundador de Fania Records no pudo evitar sentir que la voz de Celia estaba muy a menudo saturada por la atareada instrumentación de las grandes bandas que ahora la acompañaban. “Celia sonaba bien con un palo golpeando una lata”, dijo Pacheco al periodista Juan Moreno Velázquez. “Ella no necesitaba todos esos instrumentos”.
¡Escucha Celia y Johnny ahora!
Entonces, cuando la carrera de Cruz llegó a un punto muerto en los albores de la explosión de la salsa a principios de los 70, Pacheco aprovechó la oportunidad para contratarla con Vaya, el sello hermano de Fania, y devolver a “La Guarachera de Cuba” a los escenarios musicales en los que floreció. Desde su foto de portada (que muestra a una Celia radiante y de peinado afro tomándose de la mano con el dominicano Pacheco) hasta su énfasis en las guarachas y rumbas sobre las que Celia construyó su reputación, Celia & Johnny de 1974 destila solidaridad afrolatina y química musical. Fania calificó a la salsa como un sonido transnacional que abarca una amalgama de estilos y subgéneros, y el personal del álbum – que no solo incluía colaboradores cubanos y dominicanos, sino también mexicanos, puertorriqueños y peruanos – reflejó esta visión en su exploración del estilo de la Matancera Cubana. “Cuando haces una salsa, tienes diferentes ingredientes”, observó Pacheco. “Y cuando vi a la banda y a la cantante, pensé, esto es lo que tenemos. Tenemos salsa.
La magistral “Quimbara” personifica esto. El título no tiene un significado formal en español, pero como lo canta rápida y repetidamente Cruz, crea un estribillo asombrosamente contagioso que se convierte en un ritmo de guaguancó rumba irresistible como se menciona en su letra: “Mi vida es tan solo eso/Rumba buena y guaguancó”. Una brillante adaptación salsera de la canción folclórica tradicional afroperuana “Toro Mata” refuerza el enfoque pan-latino del álbum dentro de una alegoría que aborda el colonialismo español. El resto de Celia y Johnny es igualmente creativo y libre. “Vieja Luna” exhibe la fuerza de Cruz como baladista, mientras que “Tengo el Idde”, compuesta por Tite Curet Alonso, la encuentra declarando una fe infalible frente a espíritus menos que amables. “Lo Tuyo es Mental” la muestra entregando descaradamente un derribo cómico de un aspirante a pretendiente importante cuyas mentiras ella descubre. Y “Canto a la Habana” rinde un hermoso homenaje a su tierra natal con una de sus interpretaciones más sentidas, improvisando maravillosamente sobre el arreglo dirigido por el tres del grupo de Pacheco.
Un clásico instantáneo, el éxito inmediato y enorme del álbum estableció a Celia Cruz como una estrella mundial aún más grande. Coronada como “La Reina de la Salsa”, se uniría a la Fania All-Stars para sus preentaciones internacionales más destacadas; lanzar colaboraciones exitosas adicionales con Pacheco, Willie Colón y otros; y disfrutar de una carrera como actriz antes de fallecer en 2003 a los 77 años. Celia & Johnny se agregó póstumamente al Registro Nacional de la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos en 2013, a propósito, dado que Cruz, entre todos sus logros, lo consideraba su logro más orgulloso. Una recuperación de las raíces de Cruz y una puerta de entrada a su rejuvenecimiento, Celia & Johnny siempre deslumbra.