Fania Records: cómo un sello de Nueva York llevó la salsa al mundo
Un sello discográfico de gran importancia, la historia de Fania abarca el nacimiento de la música salsa y la difusión mundial de la cultura latina.
Así como Chess Records es sinónimo de blues, Motown de soul y Blue Note de jazz, Fania Records de Nueva York está indisolublemente ligada al sonido de la música de salsa.
El sello fue la creación de una asociación poco probable entre un consumado músico caribeño de la República Dominicana y un italo-estadounidense nacido en Brooklyn que era un ex oficial de policía convertido en abogado de divorcios. Johnny Pacheco y Gerald “Jerry” Masucci se conocieron en 1962 cuando este último se convirtió en el abogado de divorcio del primero. Pero también compartían un amor mutuo por la música latina (Masucci había trabajado en Cuba en un tiempo) y, en 1964, decidieron iniciar un sello discográfico que comenzó como una operación de poca monta en las calles de la Gran Manzana pero que eventualmente se convirtió en una marca global que conquistó el mundo.
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Inicios humildes
Decidieron llamar a su sello Fania, aunque existe cierta controversia sobre cómo la compañía obtuvo su nombre: algunos dicen que fue nombrado así por un lugar frecuentado por músicos populares que Masucci descubrió cuando visitaba la Cuba pre-castrista, mientras que otros sostienen que fue inspirado en una canción llamada “Fania”, escrita por el músico cubano Reinaldo Bolaño, cuya versión apareció en el lanzamiento del primer álbum del sello, Mi Nuevo Tumbao… Cañonazo de Johnny Pacheco.
Aunque rápidamente creció hasta convertirse en un imperio grande e influyente del negocio de la música, los inicios de Fania fueron humildes. Cuando comenzó, era solo uno de una multitud de sellos discográficos independientes con sede en Nueva York que intentaban que se escuchara su música. Pero Pacheco y Masucci aportaron un toque personal, entregando personalmente los lanzamientos de su sello a las tiendas de discos en el Harlem Español desde el maletero de un coche.
El nacimiento de la salsa
Masucci era el cerebro comercial detrás de la compañía, mientras que Pacheco–que ya era un músico de estudio experimentado y un artista de grabación establecido que tocaba el saxofón, la flauta y varios instrumentos de percusión– manejaba el lado de la música. Por suerte, se ganaron la lotería con su lanzamiento debut, Mi Nuevo Tumbao… Cañonazo, que combinó varios estilos de música bailable afrocubana (incluyendo charanga, guaracha, son montuno, descarga, bolero, cha cha cha y pachanga) para formar un nuevo híbrido musical que Pacheco denominó Salsa. Este ritmo era impetuoso, optimista, contagioso, y su nacimiento ayudó a iniciar una explosión salsera a finales de los años 60, que coincidió con un nuevo sentido de orgullo que sentían las comunidades latinoamericanas cuyos orígenes iban desde Costa Rica y República Dominicana hasta Cuba y Puerto Rico, pero que abrazaron el ADN africano compartido en sus identidades culturales. Musicalmente, ese orgullo se tradujo en una arrogancia confiada que llegó a definir las características rítmicas de la música.
Para muchos latinoamericanos que vivían en Estados Unidos, la salsa era un puente musical que unía la tradición y las viejas costumbres con la modernidad y la contemporaneidad de la vida en los barrios. O, como dijo una vez el trombonista y arreglista de la Fania, Willie Colón: “Es una validación, un lugar cultural, una plataforma para contar nuestras historias y comunicarnos a través de las amplias extensiones que habitamos”.
Atractivo generalizado
A medida que crecía la popularidad de la salsa, también lo hacía la lista de artistas de Fania. Debido a su éxito meteórico, fue visto como el equivalente en el mundo latino de la Motown de Berry Gordy. Fania era un sello cuya diversidad sonora reflejaba el crisol cultural de la ciudad de Nueva York. Estaba dirigido por un italoamericano y un dominicano, pero su lista incluía un filipino (Joe Bataan) y un judío-estadounidense blanco (Larry Harlow), así como latinos de diferentes partes del Caribe y otros nacidos en América del Norte. Fue esta mezcla la que ayudó a darle a la música de Fania un atractivo y una universalidad generalizados.
El final de los años 60 fue testigo de importantes grabaciones de Fania de Joe Bataan – un pionero de la música soul latina que ayudó a establecer un nuevo estilo funky conocido como boogaloo – el percusionista Ray Barretto, el conjunto Orchestra Harlow (dirigido por Larry Harlow, quien ayudó a modernizar la música latina con la introducción de los teclados eléctricos), el director de orquesta Bobby Valentín y el cantante cubano Justo Betancourt, pero fue durante la década siguiente cuando el sello realmente floreció. Fania lanzó Vaya, un sello subsidiario, en 1970 y, en 1974, absorbió el sello Tico, hogar de estrellas latinas como la reina de la salsa Celia Cruz, junto a Tito Puente, Pete Rodríguez y Joe Cuba. Pero también, lo que es más importante, Fania amplió su propia lista para incluir nuevos pioneros musicales como Willie Colón, el cantante Héctor Lavoe y el cantautor panameño Rubén Blades. Ellos ayudaron a llevar la salsa – y a Fania – a un nuevo nivel de expresión artística.
Uno de los actos más populares en el sello en ese momento fue Fania All-Stars, un supergrupo latino de élite extraído de la lista de artistas de la compañía y ensamblado por primera vez por Pacheco en 1968. Debido a sus electrizantes actuaciones en el escenario, All-Stars se convirtió en un concierto masivo atrajo al público en los años 70 y llevó la salsa del underground al maistream de la cultura estadounidense a través de una película documental de 1972, Our Latin Thing ( Nuestra Cosa), que generó un exitoso álbum de banda sonora.
En 1973, el grupo tocó frente a 45,000 personas en el Yankee Stadium, y sus conciertos incendiarios continuaron cimentando su fama y llevando la música de salsa a todo el mundo (lo famosos se habían vuelto fuera de sus lugar de origen, Estados Unidos, quedó demostrado en un concierto que dieron en Kinshasa, Zaire, junto con la leyenda del funk James Brown, para participar en “Rumble In The Jungle”, la pelea de campeonato de peso completo entre George Foreman y Muhammad Ali. El concierto contó con la asistencia de 80.000 personas y la participación del All-Stars se convirtió en parte de una película en concierto, Live In Africa).
Con el creciente interés en la salsa a mediados de los años 70, las aspiraciones de Fania de cruzar y penetrar en los principales mercados musicales dieron como resultado que el sello firmara un contrato discográfico para All-Stars con Columbia. Su debut en un sello importante fue el álbum de 1976 Delicate & Jumpy, que contó con Steve Winwood ex vocalista de Spencer Davis Group / Traffic / Blind Faith, quien era un gran admirador y apareció en vivo con el grupo durante su exitosa gira por el Reino Unido.
Un legado de gran trascendencia cultural
Jerry Masucci tomó el control exclusivo de Fania en 1977. Aunque los 80 fueron testigos de un declive en la fortuna de la salsa y la Fania, el empresario musical revivió con éxito el interés en el sello a principios de los 90 con una serie de conciertos de reunión del All-Star. Permaneció al mando hasta su muerte, en 1997. En 2005, la familia de Masucci vendió Fania y sus 1,300 álbumes a la compañía con sede en Miami Emusica, que comenzó a reeditar muchos títulos agotados de Fania.
Cuatro años después, Código Music adquirió Fania y comenzó a digitalizar el repertorio del sello para una nueva generación. Tuvieron los derechos de Fania durante una década antes de que Concord comprara el catálogo y la editora del sello en julio de 2018, incluidos la friolera de 19,000 masters de audio y 8,000 composiciones. A través del sello Craft Latino de la compañía, Concord tiene como objetivo comenzar a restablecer la presencia de Fania mediante la reedición de productos físicos seleccionados por expertos, así como la maximización del potencial digital de la empresa. Su primera tanda de títulos incluyó discos de Celia Cruz, Tito Puente, Johnny Pacheco, Willie Colón y Fania All-Stars.
Hoy, Fania Records es reconocida como un importante depósito de la música latinoamericana cuyo legado es de gran trascendencia tanto cultural como musical. De hecho, Fania era mucho más que un sello discográfico: reflejaba el estilo de vida latino y funcionaba como una vívida banda sonora que documentaba la vida y la época de los latinoamericanos en el área metropolitana de los Estados Unidos durante los años 60 y 70. La huella que dejó fue imborrable, y el hecho de que muchas de las canciones de Fania hayan sido sampleadas por artistas de hip-hop muestra cómo la música sigue viva y atrae a las nuevas generaciones de escuchas.
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