‘She’s A Rainbow’: la historia detrás del clásico de los Rolling Stones

“She’s a Rainbow” de los Rolling Stones se considera hoy en día como un clásico psicodélico, pero el estado de ánimo colectivo del grupo en 1967 se puede resumir en la evaluación que el baterista Charlie Watts dio sobre su sexto álbum, Their Satanic Majesties Request (citado en las memorias de Bill Wyman de 1997, Stone Alone): “A veces creo que fue un milagro que produjéramos cualquier cosa dados todos los trastornos emocionales dentro del grupo”. No obstante, como dijo Keith Richards en su autobiografía Life, “era hora de otro álbum de los Stones”. Así que siguieron adelante, aprovechando el espíritu psicodélico colectivo de la época, a pesar de que, a menudo, los cinco miembros del grupo no se encontraban en el estudio al mismo tiempo. Al final, lo que salió de esas sesiones desordenadas fue uno de los álbumes más subestimados de los Stones -un viaje mental auditivo impulsado en gran parte por la presencia del Mellotron, bañado en voces desfasadas y efectos de sonido divertidos.

El proceso de composición

Podría decirse que la expresión más fuerte de la visión de los Stones para el álbum es la canción que da inicio al lado B del LP: “She’s a Rainbow”. Como gran parte de Satanic, la canción es simple y complicada a partes iguales. Mick Jagger emplea letras que evocan la sensación eufórica del romance, al mismo tiempo que intenta acomodar sus sentimientos alrededor de la música que se detiene y comienza repetidamente, con nuevos elementos y extraños giros, como el violonchelo crudo y algunos toques de guitarra eléctrica distorsionada en los últimos segundos de la canción, que se van agregando al track.

Cuando los Glimmer Twins escribieron la canción la imaginaron como “una especie de caja de música”, como le dijo Richards a un entrevistador en 2016. La banda y el productor Andrew Loog Oldham tomaron esa idea de la manera más literal posible, ya que, durante cuatro minutos, la canción comienza con las notas de piano barrocas de Nicky Hopkins para luego detenerse. La canción era difícil de bailar, por supuesto, pero es un placer escucharla con audífonos. De esa manera, puedes captar todos los pequeños detalles que la banda incorporó a la mezcla. Por ejemplo, las voces de fondo que fueron aceleradas hasta asemejarse a un coro de dibujos animados. Una sección de cuerdas (con un arreglo escrito por el futuro miembro de Led Zeppelin, John Paul Jones) que aparece a lo largo de la canción como una pequeña bandada de estorninos. Un ritmo insistente que bien podría ser una guitarra eléctrica con un rasgueo flojo o los bongós que se cuelan por la puerta trasera de la canción.

Recepción de la canción

“She’s a Rainbow” y Satanic fueron éxitos totales para la banda. El sencillo colocó a los Stones en el Top 40 de Billboard (alcanzando el puesto número 25) y, según Wyman, el grupo recibió un disco de oro por las ventas del álbum… incluso antes de que fuera lanzado. Sin embargo, en términos de la crítica, el disco fue recibido con sospecha y confusión. Como dijo un crítico de The Daily Mirror en ese momento: “No cuentes conmigo para esta onda. No puedo comprender esto”.

Sin embargo, la historia ha sido generosa con “She’s a Rainbow”. La canción se ha vuelto tan querida que los fans presionaron al grupo para que la regresara a sus setlists para una gira en 2016 por América Latina, siendo exitosos en ello. Teniendo en cuenta las dificultades que soportó la banda para escribirla y grabarla, saber que continúa tocando una fibra sensible en los escuchas debe sentirse como la obra de otro milagro menor.

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