‘A Quick One’: Cómo The Who Dieron Un Gigantesco Paso Adelante
Los experimentos salvajes y la autoría sofisticada de canciones llevaron al segundo álbum de The Who a un nuevo nivel.
Podría resultar difícil comprender el salto que The Who dio de su LP debut de 1965 a su secuela en 1966, A Quick One. El debut, My Generation, presentó muchos de los sellos distintivos de The Who: el rugido de bestia desatada de Roger Daltrey, el ataque de guitarra supercargada sin adornos de Pete Townshend, las líneas de bajo de John Entwistle que podrían desgarrar peñascos y las explosiones polirrítmicas de Keith Moon. Pero, a pesar de que ese disco marcó el comienzo de una nueva era del rock con hits como la canción que le da título al álbum y “The Kids are Alright”, A Quick One deja en claro que apenas estaban calentando motores.
The Who empezó como un grupo de mods, postrándose ante el R&B estadounidense que fuertemente influyó en su primer puñado de canciones. A Quick One vio cómo esos orígenes se alejaban rápidamente por el espejo retrovisor. La única concesión a este pasado centrado en el soul de The Who fue una versión de “Heat Wave” de Martha & The Vandellas que hace que todos los objetos frágiles de la habitación cayeran contra el suelo. El resto del álbum se define por experimentos escandalosos y un nuevo nivel de sofisticación en la composición de canciones.
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Aquí tenemos un buen ejemplo: ¿el heavy metal, el rock progresivo y la ópera rock se originaron con A Quick One? Establecer tales distinciones puede ser una tarea complicada, pero resulta ser algo que se puede argumentar de forma muy convincente. Por ejemplo, la canción “Boris the Spider”, escrita y cantada por Entwistle, tiene un riff imponente y sombrío, un tema espeluznante y, en el estribillo, incluso un gruñido vocal que podría calificarse como proto-death metal; la canción prefigura a Black Sabbath por unos cuantos años, y además, le añade un sentido del humor.
La enorme suite “A Quick One, While He’s Away” pronostica tanto la llegada del rock progresivo como la posterior serie de rock operas que caracterizarían a The Who, como Tommy y Quadrophenia. Con una duración de nueve minutos—algo sin precedentes en el rock—el track cambia de manera temeraria entre tempos, compases y segmentos discretos, incluyendo un intro a capela al estilo de un cuarteto de barbería, un two step con aires a canciones infantiles que incluían “Ivor the engine driver”, un tema western al estilo de “Happy Trails” y más.
Se puede apreciar una vibra alocada y auto-paródica en el vertiginoso desnivel, lejos de la seriedad de las incursiones progresivas y operísticas del rock que prefigura esta pieza. Ese sentido del humor encuentra su apoteosis en la otra composición que Moon contribuyó al álbum, “Cobwebs and Strange”, un instrumental fuera de lo común que Melody Maker describió como si “Roland Kirk se mezclara con The Munich Beer Hall Stompers”.
A Quick One fue, entre otras cosas, un experimento único en el que se repartió la tarea de composición entre toda la banda. “I Need You” y “See My Way”, escritas por Moon y Daltrey, respectivamente, se encuentran entre las pocas composiciones de The Who en las que colaboraron. Pero hicieron que esos momentos contaran, y de alguna manera, se esmeraron al contribuir canciones que están a la altura de las de Townshend, el genio compositor residente del grupo.
El disco, y en especial “A Quick One, While He’s Away”, no sólo fue un gran éxito sino que también se convirtió en una inspiración. Según Pretend You’re in a War de Mark Blake, Paul McCartney quedó muy impresionado y le dijo a Pete Townshend que la canción era “exactamente el tipo de cosa en la que los Beatles estaban trabajando”. (Seis meses después, los Fab Four lanzarían Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band). Evolucionar hacia un nuevo nivel de arte sin sacrificar el desenfreno salvaje de la gloria juvenil no es tarea fácil. Pero The Who lo logró con A Quick One, abriendo nuevos caminos para sí mismo y para todo el rock ‘n’ roll.
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